Fuente: Suplemento Vitamina C Critica Digital
Estudiante de economía en París y baterista de Riff, dueño de
Tipo extraño este Michel Peyronel. Fue alumno del Liceo Militar. Por un lado, estudió economía en
aprovechar los contactos diplomáticos de su padre, marino de guerra. Domina el inglés y el francés a la perfección. Concibió la primera FM de tango y se forró en guita hoy quiere desembarcar con un sitio de tango para transmitir al mundo. Concibió una emisora retro (Nostalgia) y un frustrado canal de modas donde casi la pierde toda. Dice que es suyo el nombre de Palermo Hollywood. Condujo un programa llamado “Lounge en radio” donde pasaba música de lobby de hotel cinco estrellas y empezó a ser sinónimo de categoría y buen gusto. Gracias a eso, puso la voz para la campaña de Axe, Cinzano, Schwepes, Budweiser y American On Line — “fui al estudio y, en 40 minutos, me volví a casa con 40 lucas verdes”—.
Por otro lado, este Peyronel fue baterista de Riff junto a su amigo Pappo, una de las bandas más alborotadas, reventadas y con más promedio de tachas en tela que haya visto la historia del rock nacional.
Además, produjo a Los Violadores y casi logra que un puñado de punks delgados como factura de cable suenen afinados. El último año formó una banda con su hijo Jean Jacques, de 17 años, llamada Héroes del asfalto, y fueron seleccionados entre varios grupos reconocidos —entre ellos Divididos y Las Pelotas— para ser teloneros estrella de AC/DC en sus shows en River.
“Cuando la gente se acerca a saludarme, le pregunto: ¿usted por qué rubro viene?”, Peyronel ríe mucho pero sin mostrar los dientes ni mover una pulgada del cuerpo. “Algunos me vienen a felicitar por FM Tango. Otros me dicen que les copaba mi programa de lounge. Y, claro, están los que se acercan por Riff y me dicen cómo, con Pappo, les cambiamos la vida”.
Té para tres
Michel sirve tecito en tazas y teteras de porcelana, y los traslada a la mesa del jardín de su casa. Como ve que este cronista mira con cierto asombro la calidad aristocrática de su vajilla, se justifica: “Y qué querés: en Inglaterra todas las bandas de heavy más grosas se hacen un tiempo para el tea break. Hasta los de Motörhead que son bien bravos.
Eh, Jean Jacques”, Michel se pone a gritar al piso de arriba, de donde viene un ruido poderoso de batería.
En verdad, Jean Jacques es el guitarrista de Héroes del Asfalto, pero de vez en cuando, ve la batería Yamaha de su padre y le dan ganas de golpearla un poco. Es relativamente nueva la batería —no más de tres años—. A la histórica que tocaba su padre con Riff se la dio, en parte de pago, al maestro mayor de obras que le construyó el altillo con la sala de ensayo. “El tipo era batero —cuenta Peyronel—. Sabía el valor histórico que tenía esa batería. ¡Eh, Jean Jacques! Pará que lo voy a estrangular”.
Segundos más tarde —o milésimas de segundo más tarde—, Michel regresa con su hijo, delgado, con jopo y bermudas de Kiss, que cursa el último año de secundaria y ya toca en cuero en su primer videoclip; y lo presenta en sociedad: “A vos te parece que se acaba de ir a Nueva York —protesta el padre— y no me trajo ni una puta camiseta. Eso no se hace”.
Antes de arrancar con la nota, Peyronel hace un tour por la casa: bonita, con pileta, en Acassuso.
“Hay fantasmas en esta casa”.
—¿Fantasmas?
—Y se ven algunas cosas raras. Es que tiene historia heavy este lugar. Murió alguien.
—¿Cómo murió?
—Sí, el tipo que vivía antes.
—¿Un crimen pasional?
—No, se pegó un tiro. Y justo en mi pieza. Pero ya traje a un tipo que hizo una limpieza del lugar. Ahora, pasan cositas pero está bastante tranquilo el asunto.
Cuando llega al altillo, dice: “Te quiero mostrar nuestro videoclip. Es exclusivo, un anticipo para la prensa”. El tema se llama “Noches blancas en
Después descubro que esta frase está destacada en el reverso del CD, así que, asumo, es uno de los grandes momentos poéticos del disco.
Estudiante de economía en París y baterista de Riff, dueño de
Los Peyronel. El padre dice que “en Inglaterra todas las bandas de heavy más grosas se hacen un tiempo para el tea break".
Cuando termina el clip, Michel hace una nota al pie: “Esto trata de un grupo de gente que se reúne en un hotel abandonado en el desierto, que son todos experimentos humanos que salieron mal. Viste: porque todos ahora no sabemos si somos experimentos. Hay tanta comida transgénica que aún nadie sabe qué carajo te hace en el cuerpo.
Después también hay un tema sobre el cuidado del planeta, donde un alienígena le habla a un humano sobre cómo su planeta quedó en la nada. Porque ¿viste que se dice que en Marte había vida igual que acá? Bueno, mirá, yo puedo soportar que una banda suene mal, pero si la letra es boluda, me hincho las bolas y la dejo”.
—¿Y qué pasó, Michel, con todas esas prendas con tachas que tenía de los tiempos de Riff?
—Uh, no sé. Una se la regalé a Jean Jacques –Michel le da un codazo al hijo–. ¿La tenés todavía no?
—Sí, sí, papá.
—¿Y te ponés la campera de tu papá?
—Ni loco, la llego a perder y me mata.
Entonces, Michel le pregunta qué le pasaba recién que le había agarrado el ataque con la batería, y J J le contesta (encogiéndose de hombros): “No tenía nada que hacer”.
—Cuéntenos, ¿cómo le metió el rock a su hijo?
—Solito se le metió. Yo no hice nada. Me separé de su mamá cuando él tenía cinco años. Yo tenía un campo en Baradero y me lo llevaba en auto. Yo tenía mi programa de lounge y le decía: ¿no te gusta esta música? ¿No te acaricia esto el alma? “No, papá”, me decía él, “a mí me acaricia el alma el rock pesado”. Y así escuchábamos AC/DC todo el viaje.
—Y ahora padre e hijo tocando minutos antes de esa misma banda.
—Yo soy el argentino que más veces teloneó a los AC/DC. Porque la primera vez que vinieron, tocamos antes con Riff. Me acuerdo de que la primera fecha abrimos nosotros y después vinieron los de Divididos. Pero, claro: la conexión
era entre AC/DC y Riff, la mayoría había llegado a ellos por Riff. Y a Divididos, pobres, les tiraron de todo, y cuando salieron ellos el escenario estaba helado. Al otro día, el manager dijo: “We want the rock band before ACDC”. Nos querían antes para dejarle el escenario caliente.
Y así fue.
—Hay bandas que no cambian nunca, como Riff en su momento, o AC/DC o los Rolling Stones y, por otro lado, hay músicos que cambian todo el tiempo como David Bowie o Madonna. ¿Hay un camino mejor que el otro?
—Mirá, yo hice siempre lo que me gustó hacer. Y la gente busca en ciertas bandas lo mismo. Van a escuchar a AC/DC para que suene como lo hacía hace 30 años. Pero hay cambios muy sutiles. Fijate lo que pasa con los logos. Los logos cambian para que la marca se mantenga igual. Vos te pensás que Coca-Cola no cambia, pero si lo ves en el tiempo, cambia cada año. Bueno, con la música pasa lo mismo.
—Pensaba en Angus Young, el guitarrista de AC/DC, vestido siempre con uniforme escolar.
J J:– Si lo ves sin el uniforme, no lo reconoces.
M: —Yo siempre estoy con ideas locas. Eso me mantiene renovado. Ya estoy hablando con mi ex socio de FM Tango porque queremos lanzarla a escala mundial con sitio de tango para todo el mundo. Cuando estaba nuestra FM, teníamos el 17% del share radial. Estábamos terceros en la general. Imaginate: medíamos arriba de La 100 y
—Ahora que están juntos, ¿qué cosas no repetirían de sus padres?
J J: —Yo no me juntaría con managers que se queden con toda la plata. Elegiría tener un entorno de confianza.
M:—¡Andá a conseguirlo!
J J: —Pero hay que estar atentos a esas cosas.
M: —A mí, mi viejo me metió en la música. Pero, bueno, nunca quise como padre, ser tan exigente como él. Él me decía que si no hacías una carrera, estabas frito. Y no es así.
—Pero estudiaste economía en París, ¿no te sirvió de nada?
—Para un pomo me sirvió. Tal vez como ejercicio mental. Pero, bueno, jamás presionaría para que mi hijo haga lo que yo quiera. Él está en el colegio, y bueno, ya se mandó su primera pijería.
—¿Pijería?
—Sí, se anotó en el último año en orientación en letras. Así que yo le dije, ahora no vas a tener más matemáticas. Y si querés seguir economía no vas a poder.
—¡Ah, pero vos también le bajás línea!
—Sí, pero más sutil. Sí, pero más sutil. Letras lo limita mucho. Yo le digo: ahora si querés ser físico nuclear, cagaste. En mi caso, yo me fui solo a París, no porque mi viejo me dijera. Allá me bancaba solo. Trabajé haciendo cálculos de costos en una empresa de autopartes. Y en Inglaterra trabajé en un circo medieval porque era uno de los pocos que sabía andar a caballo. Como mis viejos tenían un capo en Lavalle, al sur de Córdoba, había aprendido a montar ahí limita mucho.
Desmitificando a Riff
—Vamos a hablar sinceramente, ¿era tanto descontrol los shows de Riff?
—Y, bastante. Pero, ojo, nos hacían mala prensa también.
—Pongámoslo así: ¿alguna vez terminaron todos a las trompadas, la banda incluida?
—Una sola vez, que recuerde. Se agarraron a piñas Pappo y Vitico, en un show en Córdoba. Pappo había tomado tranquilizantes y los mezcló con alcohol. Parecía un vikingo.
Hubo destrozos en el hotel. Lo que pasa es que, en el mayor apogeo de Riff, estaba la dictadura, entonces cada show de la banda estaba siempre al borde del caos. Raúl Porchetto tocaba en la universidad, todo ordenadito, sin un cana
y nosotros tocábamos en el estadio de Unión, con una fosa de por medio, con todo el destacamento de bomberos, los perros policías y todos temían que hubiera quilombo. Estaba el país tan reprimido que era obvio que con Riff pasaban cosas. Era catártico.
—Entonces no era mala prensa. Era la verdad.
—No siempre. Una vez tocamos en Posadas, un show hermoso, sin dramas. Al otro día, leyendo el diario en el hotel durante el desayuno, digo: “Che, no salió nada del show. Qué pena”. Y uno me dice: “Fijate en Policiales”. Abro y una doble página con el título: “Desmanes en recital”.
—¿No sabían que se había armado lío?
—Para nada, ni nos enterábamos. Es por eso que en los Estados Unidos se suele decir: “Elvis has just left the building”. Cuando los fans se ponían ansiosos después del show, llegaba un tipo con el micrófono y les decía que Elvis ya había partido, así se dejaban de joder.
—¿Por qué se la agarran siempre con Porchetto, un músico que no le hizo nunca mal a nadie?
—Es que cantaba como una almeja. Todo tranquilito y nosotros éramos el demonio.
—Y con Charly, ¿por qué hubo tanta rivalidad con Riff?
—No había enemistad. Mirá, lo único que te puedo decir es que una vez en un show de Riff, en Quilmes, se apareció Charly de incógnito en los camarines. Decía: “Si me reconocen, me matan”. Yo recién venía de Europa y no sabía quién era García.
—¿Nunca te gustó?
—Es que le ponían el rótulo de rock nacional. Y él no hacía rock. Hacía pop. Nosotros hacíamos rock.
—¿Nunca hiciste dinero con Riff?
—Nunca. Ah, sí, una vez cuando fue la película Barrock. Aparecían varios temas nuestros y cuando fui a Sadaic por poco me caigo de culo: había como 12 mil dólares.
—¿Qué te parece el rock argentino hoy? ¿Sigue vigente o se fue a la basura?
—Es difícil decir, el rock engloba muchas cosas.
—Por ejemplo, Pity Álvarez: ¿es un genio o está perdido?
—A mí Pity me cae bien. Creo que es muy talentoso. Me acuerdo de que una vez fuimos a un festival en Paraguay, y él estaba con Viejas Locas. Yo no lo conocía. Salimos del hotel, duchados, con Pappo, y los vemos a ellos que se habían bajado no sé cuántas botellas de Criadores y cantaban nuestros temas.
Unos pibes súper divertidos.
Il Carpo
—¿Quién mantiene el legado de Pappo?
—Es que no sé cuál es el legado de Pappo. Porque él tuvo muchos proyectos, no sólo Riff, también tenía Pappo´s Blues. Yo creo que la banda más riffera de la actualidad son los chicos de
—Me contaron que querés hacer una road movie
—Es una idea que tengo y está bastante avanzada. A veces, tengo ideas y me voy al carajo. Pero a veces no. Hay un tema que sacamos en el primer disco de Héroes del asfalto que se llama “Por la ruta
—¿Es tuyo el tema?
—Sí, lo escribí yo. Y eso que casi ni conozco la ruta. Lo empecé a escribir en 2004 y le conté la idea a Pappo. Porque leí un artículo donde decía que el gobierno quería hacer de la ruta un emblema del país. Y me dije: “¿Por qué no hacer un rock con esto?” Ahora te digo hay un par de pueblos que tenés que pelarte bien el culo para hacerlos rockear. Intentá con Purmamarca o Talampaya. Y vas a ver a qué me refiero.
—¿Por qué siempre el heavy y la cultura rutera?
—A mí me gusta. Siempre me coparon las road movies tipo Vanishing Point, Easy Rider, Mad Max.
—¿Sos fanático de la novela En el camino, de Kerouac, la biblia de las historias ruteras?
—Sabés que ahora lo estoy releyendo. Lo leí un poco en inglés de pibe. Pero me parece que no envejeció tan bien. A mí me gusta leer todo en el original. Por ejemplo, me leí La peste de Camus en francés.
J J: —Uh, mirá, a mí me lo tomaron en el examen de francés.
—¿Y cómo te fue?
J J: —Bastante bien, saqué hasta 15, sobre 20 puntos.
M: —Éste estudia en la última etapa. Ahí patinó un poquito. Pero yo lo ayudé.
J J: —Es verdad, me ayudó en el oral de francés.
M: —Es que del 73 al 80 viví en París. Tengo diploma terciario. Imagínate el nivel que tengo.
—¿No terminaste la carrera?
—No. Estaba grabando un disco con mi banda Extra Ball. Era pleno surgimiento del punk. Íbamos de gira con The Clash. El segundo disco de la banda lo grabamos en el mismo estudio donde grabó Elton John y Bad Company. Estábamos a pleno. Así que dejé la carrera.
—¿Y qué dijo tu papá de que cambiaste economía por el rock?
—Nada, porque nunca se lo dije.
—¿Es cierto que Pappo vivió un tiempo en el placar de tu hermano en Inglaterra?
—Totalmente, lo conocíamos de Argentina y no sé cómo sacó la dirección de mi hermano. Era 1975. Cuando Dany lo vio, le dijo: “Y dónde estás viviendo vos”. “En ese Volkswagen”, le dijo Pappo. “Mirá yo tengo un placar, si no tenés problema, venite”. Pappo abrió el placar y dijo: “Bárbaro”. Y se instaló ahí. Cuando volví a
—Hay algo que no termino de entender. Toda esta historia de la ruta 40, ¿es para un clip o para una película?
—Es todo. Es una road movie donde yo vengo manejando un Chevvy que va por la ruta 40 rescatando a los héroes del asfalto. Al primero que rescato es a Jean Jacques, que está prisionero de unas motoqueras que andan medio en pelotas. Tiene que ser el primero porque después, el pibe, en la vida real, tiene que ir al colegio. El problema es si, jo, jo, jo, jo, si se quiere quedar con las motoqueras. Ahí cagamos.
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