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LA GOTERA EN LA WEB

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OCTAVO AÑO DE LA GOTERA DAK POR LA TORRE FM 101.9

26 DE MARZO DE 2011

ESTAMOS DE NUEVO EN EL AIRE CON EL SÉPTIMO AÑO DE LA GOTERA DAK, TE ESPERAMOS PARA COMPARTIR EL MEJOR ROCK EN CASTELLANO A TODOS NUESTROS AMIGOS OYENTES Y LOS QUE SE ATREVAN A SOPORTARNOS. PODES ESCUCHARNOS TAMBIÉN POR INTERNET EN www.fmlatorre.com.ar.
QUE SEA ROCK

BIENVENIDOS A NUESTRO BLOG

Hola:

Esperamos que disfruten este nuevo espacio de comunicación, de intercambio de ideas y opiniones.
Recuerden que pueden escuchar nuestro programa los sabados de 18 a 21 Hs. por FM La Torre 101.9 Mhz.
Mensajes de textos al 03822-15384009
ESCUCHANOS POR INTERNET EN: www.fmlatorre.com.ar
Abrazos.

QUIENES SOMOS

El rock nacional o argentino ya cumplió sus cuarenta años de edad por lo que familias enteras comparten en su casa el mismo sentimiento por este movimiento musical y Cultural que no pasa de moda.-
Un programa especializado en un género musical que va dirigido a un amplio target de oyente que van desde los 12 a 50 años.-
Un programa, que se emite por FM LA TORRE 101.9, la radio que tiene una de las coberturas más importantes de la Provincia de La Rioja.
Un programa, que esta cumpliendo 5 años en el aire y cuenta con un staff de personas especialistas en el tema de distintas generaciones, y sobre todo con mucha pasión por el genero.
PROGRAMA NOMINADO PARA EL PREMIO NACIONAL
FARO DE ORO 2008 AL MEJOR PROGRAMA DE ROCK

I- OBJETIVOS
LA GOTERA DAK, intenta reconstruir, la historia del ROCK ARGENTINO, como un aporte, para que todas las generaciones (en especial las nuevas) tengan la oportunidad de conocer como evolucionaron las raíces de nuestro rock. Quienes fueron aquellos, que han puesto su corazón, su locura, sus ideas, sus ganas, su plata, su tiempo, sus deseos y su vocación, para hacer lo que mejor les saliera; Como, se ha venido transformando, a través de los años y de una generación a otra. Cómo se ha vivido y qué mensajes ha ido dejando a los jóvenes, desde una visión crítica del fenómeno tanto es sus aspectos musicales, sociales y del negocio.-
Abrimos nuestro espacio como ámbito de debate, sobre la relación del rock, con la política, las turbulencias sociales, sus contradicciones internas y externas, tratando de difundir aquellas expresiones musicales que no tienen espacios en los medios comerciales, con una actitud critica – constructiva, evitando caer en la ceguera, lugares comunes, justificaciones y actitudes meramente promociónales, en síntesis analizarlo como una actitud abarcativa, de connotaciones múltiples, no solamente como un genero musical.-

II- FICHA TECNICA DEL PROGRAMA

MEDIO: LRJ 315 FM LA TORRE 101.9 (Provincia de La Rioja) y 98.5 (chilecito y zona de influencia).- Cobertura para toda la Provincia de la Rioja y parte de Catamarca.-
DIA Y HORA: Sábados de 18 a 21
CONDUCCION: Mariano Gorno
CONTENIDOS Y COMENTARIOS: Gustavo "Pez" Pereyra
PRODUCCION: Mariano Gorno, Gustavo Pereyra
PRODUCCION EN ESTUDIOS: Lic. Raul Andres Hermosilla (lic. Hermosura)
CAMARAS EN RECITALES: Raul Hermosilla (lic. Hermosura)
IDEA ORIGINAL Y PRODUCCION GENERAL:
Gustavo Pereyra
Mariano Gorno
Alfredo Fuentes
IMITADOR: MAXI GONZALEZ
VOZ ARTISTICAS: JUAN ORMEÑO
REALIZACION: Radio y TV Riojana – FM LA TORRE
OPERADORES DE TURNO:
MIGUEL “MIGUELUCHI” FUENTES
MARIO “El Nostálgico” RUARTE

CONTACTO: 03822-15562885 / 15633914 / 429894 - Sábados Radio 430299 / 422149 - lagoteradak@yahoo.com.ar, gustavo372000@yahoo.com.ar, mariano_gorno@hotmail.com

COMPILADO DAK V. 1

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COMPILADO DAK V. 2

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04 enero 2010

NOTICIAS DEL ROCK DAK 04 al 07/01/10



COMFIRMADO
LA BANDA DE HEAVY METAL MAS GRANDE DEL MUNDO POR UNICA VEZ EN CORDOBA!

DOMINGO 24 DE ENERO - 20:00 HS - ORFEO SUPERDOMO
ENTRADAS EN VENTA: TIENDAS VESTA DINOSAURIO MALL - WWW.TICKETEK.COM.AR

PRECIOS: PISTA: $ 230 - SECTOR ROJO: $ 320 - $ 260 - $ 210 - $ 160 - SECTOR AZUL: $ 260 - $ 210 - $ 160 - $ 120 - SECTOR VERDE: $ 260 - $ 210 - $ 160 - $ 120
Las entradas adquiridas con cualquier tarjeta de crédito tendrán un 10 % de recargo.


LA BANDA
James Hetfield – guitarra, voz / Lars Ulrich – batería / Kirk Hammett – guitarra líder / Robert Trujillo – bajo

Death Magnetic, editado mundialmente el 12 de septiembre de 2008, es el noveno álbum de estudio original de METALLICA. Una carrera en la cual el grupo ha vendido más de 100 millones de discos en todo el mundo. Producido por Rick Rubin, Death Magnetic es el primer disco de METALLICA desde 2003 cuando se editó St. Anger, que lideró los charts en 30 países, con ventas superiores a los seis millones de copias. Death Magnetic debutó en el primer puesto de Billboard para convertirse en la primera banda en lograr que cinco discos consecutivos de su carrera debuten en ese primer puesto.
Gracias al número uno que alcanzó Death Magnetic, METALLICA desempata con The Beatles, U2 y Dave Matthews Band, grupos que también tuvieron cuatro discos consecutivos en la primera posición. Death Magnetic se mantuvo en el número uno de Billboard por tres semanas y ya es disco de Platino en Estados Unidos. En Argentina alcanzó el certificado de disco de Platino y se mantuvo en el primer puesto de ventas durante tres semanas. El nuevo disco es además el primero en presentar al bajista Robert Trujillo, quien se unió a Metallica en 2003 durante la realización del exitoso documental Some Kind Of Monster.
Formados en Los Angeles en 1981 por el baterista Lars Ulrich y el cantante y guitarrista James Hetfield, METALLICA es uno de los más exitosos e influyentes grupos de todos los tiempos. Sus legendarios discos Kill ‘Em All (1983), Ride The Lightning (1984) y Master Of Puppets (1986) revolucionaron la música metálica. En 1991 el disco Metallica, conocido por sus fans como El Álbum Negro, que incluía hits con futuro de clásicos como “Enter Sandman”, “Sad But True”, “The Unforgiven” y “Nothing Else Matters”, vendió más de 15 millones de copias sólo en Estados Unidos.
Tras cuatro años consagratorios y giras que recorrieron todo el planeta, en 1996 y 1997 se editan Load y Reload, respectivamente, que incluían nuevos hits como “King Nothing”, “Until It Sleeps” y “Fuel”.
METALLICA ha cosechado un buen número de premios, incluyendo nueve premios Grammy, dos American Music Awards y múltiples estatuillas de MTV.

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RODRIGUEZ DEL BUSTO - RUTA 20 - TERMINAL DE OMNIBUS


EL MÚSICO DESPIDE A SU GRAN AMIGO SANDRO

Nunca se le subió el estrellato a la cabeza

Por Javier Martínez


Estoy anonadado y todo esto es una gran pena porque era un gran amigo. Nos conocimos en La Cueva, cuando él se transformó en el alma mater del lugar, que dejó de ser un club de jazz llamado La Cueva de Pasarotus y pasó a ser La Cueva de Sandro. Era su época rockera, con Sandro y Los de Fuego. El contacto inicial lo tuvo Pajarito Zaguri, que lo conocia de las salas de ensayo en Callao 11, y en La Cueva estábamos Miguelito Abuelo, Pipo Lernoud y Moris. Nosotros éramos apenas profesionales y él ya actuaba en televisión y se vestía con ropa de cuero y bailaba. De toda la barra, Sandro era el único que estaba en la fama, pero no le teníamos envidia, sino que lo admirábamos, y nos enseñó los secretos de la profesión. Estar al lado de él fue toda una escuela, porque nunca se le subió el estrellato a la cabeza. Era un rockero de primera y aprendimos mucho con él, no sólo del rock and roll sino de la vida, con máximas como “Que hablen, mal o bien, pero que hablen”, o “Cuando subo al escenario soy Sandro y cuando bajo soy Roberto Sánchez”.

Yo conocí la humildad del tipo, su simpleza y falta de ego. Con el tiempo nos hicimos muy amigos, de verdad, y compartimos años de bohemia en los bares del Bajo, en los centros nocturnos de la calle 25 de Mayo casi Reconquista, ahí por la parte baja de la City. Sandro aparecía en La Cueva con un auto sport descapotable y a veces me decía: “¡Vamos a los boliches!”. Yo era cero cholulo y muy discreto.

Sandro iba a La Cueva todas las noches. Caía bien tarde y se ponía a cantar algún tema de Little Richard, Elvis o Jerry Lee Lewis con la banda que estaba ahí o con su propio grupo, con Adalberto Cevasco, Hebert Orland, Bernardo Baraj y Fernando Bermúdez, de quien me hice amigo y a veces me pedía que lo cubriera si tenía una salida. Entonces Sandro me reconoció como baterista, un día nos pusimos a hacer “All Shook Up” y le gustó tanto que me llevó a la CBS para grabar. ¡Y para mí fue toda una aventura porque ni había entrado en El Grupo de Gastón y ni soñaba con hacer Manal! Conocí el estudio de la calle Paraguay, con Héctor Techeiro como productor. ¡Así que en realidad mi debut discográfico fue haciendo coros con Sandro!

Me gusta hablar de la parte humana, porque la parte artística ya se conoce. A lo sumo, hubo seudocríticos e historiadores que en un momento se olvidaron del lugar de pionero que tuvo en el rock nuestro. Sandro fue el primero de todos. Después vinieron los demás: Los Pick Ups y Los Tamis, todos con el repertorio de Elvis en castellano, pero él lo hizo primero y recontra bien. Tenía toda esa data muy clara y armó unas bandas que sonaban fenómeno. Y en su casa, con amigos, tocaba el piano como Little Richard, perfecto. Y era un muy buen guitarrista rítmico.

Recuerdo que una vez tuvimos un show en el Rowing Club de Tigre, fuimos a pedirle una guitarra, nos prestó todos los equipos y Moris tocó con esa viola. También nos dio la data precisa para comprar la primera Telecaster de Manal, cuando Pipo cobró los derechos de autor de “Ayer nomás”, que era el lado B de “La balsa”. Siempre nos ayudó a todos y nos aconsejó a todos.



GRANDES VALORES DE TANGO

Pipo Lernoud en Radar de Página/12

Tanguito es, con ese nombre, la gran leyenda del rock argentino. Pero antes de su derrape de anfetaminas, su internación en el Borda, los electroshocks, la huida y la muerte bajo un tren, fue la primera gran promesa. Pero hasta ahora lo único que se conocía de él era “La balsa” en versión de Los Gatos, un simple orquestado por Malvicino y un disco póstumo grabado en la última época. Sin embargo, durante 42 años una cinta guardó para la primera página de la historia del rock en castellano nueve canciones desnudas, en las que se lo escucha solo con su guitarra, tal cual sonaba en las noches de La Cueva, las madrugadas en La Perla y los recitales en el arenero de Plaza Francia, el chico de Caseros que inspiró a todos los demás. Ahora, finalmente, esas canciones ven la luz en el disco Yo soy Ramsés. Pipo Lernoud, juez y parte de esos años, los evoca y los celebra.

TanguitoTanguito era uno más de un grupo de gente que conocí cuando entré a La Cueva, allá por 1965. Había leído en Opium, típica revista de poesía que circulaba por la calle Corrientes, que había un lugar en avenida Pueyrredón y Juncal donde estaba la movida bohemia de la gente a la que le gustaba el jazz y el rock and roll. Yo gustaba de la poesía pero también del rock and roll y el jazz, así que decidí darme una vuelta. Lo notable es que no fue nada difícil integrarme. En La Cueva encontré a un grupo de tipos muy distintos a la gente que yo conocía hasta entonces. Eran todos de mi misma edad, más o menos, y tenían una actitud muy abierta, muy de compartir. Tenían, además, un gran sentido del humor, pero no era esa cosa habitual del barrio o de la esquina, medio frívola y competitiva, sino que se hablaba de cosas serias, como Miles Davis, la filosofía, la situación mundial, y al mismo tiempo eran capaces de tratar esos temas con humor. Y Tanguito estaba entre ellos. En aquel entonces era muy divertido, muy jodón, imitaba a todo el mundo. Al principio no me di mucho con él; me llamaba más la atención la personalidad de Javier Martínez o de Moris. Y más tarde la de Miguel Abuelo. La cuestión es que se convirtieron en mis primeros amigos. Nos pusimos a hablar de poesía y de los libros de los escritores beat, como Jack Kerouac, y enseguida engrané dentro de ese grupo.

La primera vez que me impactó Tanguito fue un día que se subió al escenario a cantar. Por entonces en La Cueva tocaba una banda formada por, entre otros, Ricardo Lew, Bernardo Baraj y Adalberto Cevasco, todos músicos muy buenos, haciendo cosas de John Coltrane y otros notables. De repente, en el intermedio, se subió este pibe y se puso a tocar la guitarra como un enloquecido. En La Cueva no había micrófono ni nada; estábamos parados todos al lado del escenario y Tanguito se puso a cantar “Tutti Frutti”, de Little Richard, y “Hound Dog”, el tema que hacía Elvis Presley, a mil por hora, a los gritos, sacudiéndose, moviendo las caderas, doblando las rodillas, poniéndose en puntas de pie, medio arrodillado, haciendo el pasito de ganso de Chuck Berry -que yo no tenía la menor idea que era de Chuck Berry- y todo eso. También hacía “Jailhouse Rock”, el “Rock de la cárcel”. El pibe se había comido todas las películas de rock and roll: La Bomba del Rock and Roll con Jayne Mansfield, Semilla de maldad, los films de Elvis, todo. Y se sabía todos los gestos: el revoleo de la mano al tocar la guitarra, el hacer como que se le doblaban las rodillas y parecía que se iba a caer, pero se levantaba de golpe. Tanguito hizo todo ese repertorio en inglés sanateado, por supuesto, pero con toda la onda. Lo extraño es que a esa altura Tango ya había grabado algunos temas con Los Dukes. Reconstruyendo luego la historia, descubrí que, en cierta forma, el primer músico y compositor de rock nacional es Tanguito, que ya en 1963 sacó un tema propio, “Mi Pancha”, que tenía del otro lado “Decí por qué no querés”, de Palito Ortega. Eso fue incluso antes de Los Gatos Salvajes. Está bien que “Mi Pancha” es una imitación muy clara de los Teen Tops y demás, pero… La cuestión es que para mí, que venía del mundo de la poesía de la calle Corrientes, ver a Tanguito sobre un escenario haciendo rock and roll fue una revelación total. Los otros hablaban bárbaro, pero este flaco, Tanguito, hizo en diez minutos un montón de cosas impresionantes.

Moris ya componía, pero recién estaba empezando. Y Litto Nebbia, que siendo más joven ya escribía temas muy buenos, acababa de llegar a La Cueva tras la disolución de Los Gatos Salvajes. El grupo se completaba con Javier Martínez, Tanguito, Pajarito Zaguri, Billy Bond, Rocky Rodríguez, Charlie Caminos, Belmondo, Sandro que entraba y salía… Había un affecto societatis -como dicen los abogados- muy fuerte en ese grupo, que enseguida nos incluyó a mí y a Miguel Peralta (futuro Miguel Abuelo). En la dinámica de La Cueva había un teórico como Javier, que filosofaba, y Moris, que también hablaba muy bien y con mucha coherencia. Tanguito no se metía en las conversaciones muy teóricas o cuando se discutía sobre jazz y todo eso, porque no tenía una gran formación y además era medio tímido. Pero era una máquina de hacer chistes, bromas e imitaciones; era muy divertido. Por otra parte tenías que ver el look del Tanguito de entonces: las botitas Beatle, los pantalones ajustados. Después me fui enterando de que la mamá le cosía los pantalones para dejárselos así. El le mostraba fotos de sus ídolos y la mamá se los adaptaba. Y así con todo. Soñaba con las camisas con jabot, con cuellos extravagantes, que estaban de moda en el ‘65 o ‘66, como las que llevaban los Beatles o los Rolling Stones, y entonces se ponía las de la hermana, Carmen, que era un poco menor que él.

Tanguito venía de Caseros, calle de tierra, familia humilde, muy trabajadora. El papá era repartidor de verduras en los mercados y tenía una de esas bicicletas tipo triciclo, con una caja adelante. Se iba muy temprano a la mañana y ésa era la hora en que nosotros podíamos entrar a la casa. Esperábamos escondidos detrás de un árbol y cuando el viejo se iba a hacer el reparto, la mamá de Tanguito nos dejaba entrar a escuchar música o a dormir. Después vino el verano de Villa Gesell y la grabación del simple con “Rebelde” y “No finjas más”, por Los Beatniks, donde estaban Moris y Pajarito. Cuando Los Beatniks presentan “Rebelde” en La Cueva, Tanguito estaba entre el público y ya cantaba. Ya tenía algunos temas propios, como “Billy el náufrago”, que lo compuso en el ‘66. Cuando yo llegué a La Cueva todavía estaba el gobierno de Illia, pero poco antes de la presentación de “Rebelde” ocurrió el golpe de Onganía. Yo lo documenté en un diario personal que llevaba y me acuerdo que escribí: “…ha habido un golpe militar en este país de mierda…” y tres días más tarde puse el texto de la presentación de Los Beatniks. Junio de 1966.

Al principio Tanguito era el que más cantaba temas de otros, de Moris o de Litto, como “El vagabundo”, por ejemplo. Incluso para queja de algunos, porque él no aclaraba, cuando las interpretaba, que eran canciones de otros. No decía: “Este es un tema de Moris; éste es un tema de Litto…”. El tipo cantaba. Pero eso también era típico de la época. Otra cosa que hay que destacar es que en el ‘66 empezó lo que los cueveros llamaban la difusión. Creo que se le ocurrió primero a Moris. La idea era ir cuatro o cinco tipos a un bar con una guitarra, sentarse y pedir dos cafés -típico-, sacar la guitarra y empezar a cantar a voz en cuello temas como “Yo no pretendo”, “Soldado” y todas esas cosas, para la gente que estaba ahí en el bar. Cantarle a la gente, al hombre de todos los días, en los bares, y ver sus reacciones cuando les cantabas un tema antibélico o una canción en contra de la rutina y de la vida formal. Por supuesto, terminaban echándonos, o nos metían en cana o qué sé yo. Pero esta cuestión de la difusión era tomada como una militancia. Imaginate: era una época en que no había nada grabado, el rock nacional no existía, ¿cómo te iban a pasar por la radio?

Por lo general el que sacaba la guitarra era Moris. Pensaba que tenía que cambiar el mundo y parar la guerra con su guitarra, al mejor estilo Woody Guthrie, que tenía un cartel en la guitarra que decía: “Esta máquina mata fascistas”. Moris pensaba que tenía que convencer a la gente. Cantaba: “…soldado ya regresa / ven y no luches más / no ves que en dos mil años / no ha habido paz…”. Eso lo cantó en los bares durante todo el año 1966. Este grupo que hacía la difusión, con Tanguito incluido, aunque él no se prendía tanto a cantar en un ambiente que no era el propicio, andaba todo el día, de aquí para allá. Empezaba primero en el Bar Moderno, de Maipú y Paraguay, a la tardecita. Luego la Galería del Este. Después, caminando por Maipú llegábamos a Corrientes y de ahí derecho hasta Callao. Más tarde Córdoba hasta Pueyrredón y de allí hasta La Cueva. Y en La Cueva nos quedábamos hasta las tres de la mañana. Y cuando La Cueva cerraba nos íbamos todos caminando en grupo, con las guitarras, a La Perla, en la esquina de Rivadavia y Jujuy. Toda esta militancia hoy la cuento y me cuesta creerlo. Me acuerdo de las unidades de tiempo alternativas que había inventado Javier Martínez para nuestra marcha. Un cansancio y un senever…, porque caminábamos como locos…, caminábamos hasta caer desmayados. Ya entonces Moris y Litto pensaban en una “carrera musical”. Litto ya era un músico hecho y derecho y para Moris era una militancia casi política. En cambio Tanguito cantaba porque le gustaba cantar. Todo lo que hacía era porque le gustaba en ese momento, y nunca consiguió salir de eso. Por eso nunca ensayó, y cada vez que tocaba un tema lo hacía distinto.

Siempre digo que había tres grupos en La Perla. En las mesas de adelante estaban los viajantes, los vendedores que esperaban el primer tren de la mañana que salía de la estación de Once, para salir a vender en la zona del oeste. Después venían las mesas de los estudiantes de la Facultad de Psicología, que preparaban sus exámenes ahí. Y en el fondo del bar estábamos nosotros, haciendo canciones. La elección de La Perla fue algo necesario. No había guita para ir a Callao 11, que era una sala de ensayo propiamente dicha, que se usaba cuando había que preparar un recital o las primeras grabaciones. Pero ahí no se iba a joder, porque costaba muy caro. Y no se podía tocar la guitarra por la calle porque te llevaban en cana. Tampoco podíamos ir a la casa de nadie, porque ¿quién te iba a dejar que le coparas la casa con toda esa gente en el medio de la noche? La solución era La Perla. Y así, durante todo el ‘66 y hasta la mitad del ‘67, nos juntamos allí. Se charlaba en la mesa, comparábamos notas y letras de canciones y, cuando teníamos una idea de melodía musical, nos íbamos al baño, porque el baño de La Perla está abajo, en el subsuelo, y no molestabas a nadie. Los tipos del mostrador ni se enteraban de que estabas tocando la guitarra. Y además el baño tenía una acústica impresionante, porque era muy cerrado y los azulejos reflejaban bien el sonido. ¿Viste que todo el mundo canta en el baño? Es por la acústica. Cuando se dice “‘La balsa’ se compuso en el baño de La Perla de Once” hay que aclarar que eso no fue una cosa excepcional, sino que era algo permanente componer canciones allí. Tanguito, Litto, Moris, Javier… iban con las guitarras, con la armónica, cantaban… y los temas empezaron a salir. Así se hizo “La balsa” y también “El hombre restante” y alguno más posteriormente grabado por Manal. Surgía una idea, se iba redondeando… Normalmente la letra se terminaba arriba, en la mesa, despacito, una estrofa, después otra… Uno escribía la mayor parte, otro aportaba una idea, un estribillo… Pero después, probar el tema, darle forma final, ponerle guitarra, armónica, aplausos, cantarlo a los gritos, todo eso se hacía abajo, en el baño de La Perla. Por supuesto: “La balsa” es de Tanguito y de Litto Nebbia, así como “Ayer nomás” es letra mía y música de Moris. La colaboración entre nosotros era constante. Estábamos convencidos de que era bueno compartir. Luego Los Gatos graban el simple con “La balsa” y “Ayer nomás” y ahí tiene que ver Horacio Martínez, que es quien lleva a Los Gatos a RCA Victor. El Gordo Martínez había sido también el que llevó a Tanguito a La Cueva. Incluso antes de La Cueva lo había presentado en RCA para dar una prueba, porque lo había descubierto cantando con Los Dukes y le había gustado. El Gordo siempre tuvo un olfato colosal. Más tarde descubrió a Virus, a Soda Stereo y a muchos más. También hizo firmar a Los Beatniks con CBS…

Como el Gordo Martínez tenía conexiones con la RCA, vinculó a Los Gatos con Mario Osmar Pizzurno, director artístico del sello, y Los Gatos empezaron a grabar. Poco después, en julio de 1967, salió “La balsa” y fue un éxito tremendo: vendió cerca de 200 mil ejemplares y Tanguito cobró un toco de plata por la mitad de los derechos de autor del tema. Yo calculo que deben haber sido unos 50 mil dólares. Toda una fortuna para un pibe de diecinueve años. Creo que ése fue el primer golpe fuerte que tuvo Tanguito en un momento en que le pasaron una serie de cosas. Primero se empezó a rodear de gente que se aprovechaba de su éxito. Segundo, el lanzamiento de “La balsa” le dio una fama que él no podía manejar, porque Tanguito no pensaba en términos de tener o desarrollar una carrera musical. No conectaba con productores o personajes de la industria musical. Y los demás tenían expectativas depositadas en él que Tanguito no podía satisfacer. A todo esto, el 21 de septiembre del ‘67 yo armé la primera convocatoria hippie. La policía nos perseguía por tener pelo largo, ropas coloridas y todo eso, y nos metían en cana todo el tiempo. Entonces decidimos hacer un manifiesto público, para dejar en claro que nosotros no éramos tipos raros, ni peligrosos, sino gente que quería una sociedad mejor, que quería la paz y la hermandad entre los hombres. Así fue como el 21 de septiembre de 1967, mediante un papelito que yo escribí a máquina a modo de volante, hicimos un llamado a los jóvenes que eran como nosotros.

La idea era: “Cuando veas un melenudo decile que venga el 21 de septiembre a las tres de la tarde a la Plaza San Martín”. La fecha no era casual, ya que el 21 de septiembre, por ser el Día del Estudiante, uno podía ir disfrazado de lo que se le ocurriera. Entonces los pibes podían venir con las melenas al viento y todas esas camperas que decían “I love The Rolling Stones” y podíamos ponernos lo que quisiéramos sin temor a las represalias policiales. Vino un montón de gente. Estaba Miguel Abuelo; se acercaron por primera vez Pappo y Pomo, y muchos más. Pero Tanguito fue el centro de la reunión; esa tarde tocó y fue mágico. Ese mismo día nos llamaron para el programa de televisión Sábados Circulares, de Pipo Mancera, y el sábado siguiente fuimos todos los divagantes al programa, nos sentamos en el piso, con Tanguito en el medio, y Mancera lo presentó diciendo: “¡Y aquí está el compositor de ‘La balsa’!”, y por supuesto que Tanguito cantó “La balsa”, “La princesa dorada” y un par de cosas más. Después el periodista José de Zer hizo la ya famosa nota “24 horas con los hippies” en la revista Panorama y después, en la revista Así, salió otra sobre Tanguito que se llamaba “El rey de los hippies” o algo por el estilo.

Ese fue el gran momento de Tanguito: desde la salida de “La balsa” hasta mediados del ‘68; allí tuvo su gran oportunidad. Tanguito era la estrella, el tipo que había co-compuesto “La balsa”, el tema más exitoso de la música pop nacional hasta entonces, y era el personaje del cual todos esperaban mucho. Es por eso que le pusieron toda la carne al asador en la grabación del simple de RCA que tenía “La princesa dorada” y “El hombre restante”. Tuvo una gran producción, le metieron la orquesta de Horacio Malvicino, buenos arreglos. Tanguito, sin embargo, no estaba contento con la orquesta porque el arreglo le parecía meloso. Nosotros le dijimos que estaba bien, para esa cosa estilo Donovan que él quería hacer. Claro, a nosotros todo nos parecía careta en aquel entonces pero, viéndolo en forma objetiva, el simple no estaba nada mal: le habían dejado grabar dos temas que no eran fáciles. No eran “Te quiero, nena”. Eran temas complicados. “La princesa dorada” tiene una trama compleja, que no se entiende muy bien hacia dónde va. En medio de esos diez meses que van desde la salida de “La balsa” hasta la aparición del simple de Tanguito en RCA se hicieron las grabaciones que ahora integran Yo soy Ramsés, que tienen una carga testimonial fuertísima. Tanguito, sólo con su voz y su guitarra, tal como sonaba en esos días cuando tocaba en las plazas para sus amigos: crudo, intenso y directo, sin embellecimientos técnicos de ningún tipo. Y se trata de grabaciones que nunca se habían escuchado hasta el presente, o sea que han estado ocultas durante ¡cuarenta y dos años!

Por eso es que estas grabaciones recuperadas son especialmente interesantes. Porque representan el momento culminante de Tanguito como intérprete y como compositor. Fueron sus quince minutos de fama. Después de grabar el simple en RCA, se empezó a ver que Tanguito no tenía, no sé cómo llamarlo, estabilidad emocional… No tenía suficiente perseverancia como para convertir un momento artístico favorable en una carrera musical a largo plazo. Todos estábamos muy contentos con el simple, pero para Tanguito ya era una cuestión terminada: le habían puesto un arreglo muy meloso y él no se sentía cómodo. Pienso que había encontrado la excusa justa para borrarse, de alguna manera, y acentuar de paso su tendencia al autoboicot. La realidad es que Tanguito se sentía más cómodo tocando en el arenero de Plaza Francia que teniendo que cumplir con un horario para ir a un programa en Canal 13. Y a la larga el Gordo Martínez se hartó y la grabadora también se cansó. Y así terminó el artista y empezó a formarse la leyenda de Tanguito. Algunos les echan la culpa a las drogas, pero cuando Tanguito grabó estos temas, e incluso cuando grabó “La princesa dorada”, no había casi drogas entre nosotros. Sin embargo, él ya tenía esa tendencia a la no-disciplina, que después se acentuó con las anfetaminas y con todo ese entorno de personajes que vivían a su alrededor y que se alimentaban de su leyenda. También sucedió que el resto de los músicos de La Cueva siguió su camino y la antigua cofradía se disolvió: Javier Martínez y Alejandro Medina se concentraron en Manal; Miguel Abuelo y yo nos metimos a hacer Los Abuelos de la Nada; Moris se casó con Inés, su novia de mucho tiempo, y se concentró en su carrera solista, y Litto Nebbia estaba ya a full con Los Gatos, tocando cuatro o cinco veces por noche los fines de semana. La Cueva había cerrado y ya no íbamos a La Perla para quedarnos hasta las cinco de la mañana, porque teníamos otras responsabilidades. El único que siguió con el viejo naufragio fue Tanguito, el rey de los hippies. Allí empezó la cuesta abajo, porque después de varias detenciones por parte de la policía, Tanguito fue a parar al Instituto Borda. En esa época, cuando vos eras drogadicto te mandaban al Borda, no había ninguna clínica especializada. Y en el Borda te daban electroshock y tratamiento insulínico, y así lo volvieron más loco todavía. Además lo acusaron de ser el jefe de una pandilla de traficantes. ¡Imaginate! ¡Tanguito traficante! Y bueno, lo metieron ahí, y un día se escapó y lo pisó un tren.

Tanguito quería ser músico. Se sentía un artista y que vivía en el mismo universo que los Beatles, Donovan y Bob Dylan, con la camisa de la hermana, con el saquito y las botas. Pero a la vez caminaba por el barro de Caseros, sin un mango, en la búsqueda, en la nada… Había en él dos vidas paralelas y separadas. Yo soy Ramsés es la prueba de lo que pudo haber sido; el retrato en bruto de un gran artista. Un testimonio genial, y a la vez desgarrador, de un intérprete y un creador que nunca pudo concretar del todo su enorme potencial.

Las canciones

Amor de primavera

Tiene letra de Hernán Pujó, hermano de uno de los fundadores del sello Mandioca, Pedro Pujó. Fue compuesta en la misma forma y en los mismos días que “La princesa dorada”, en la primavera del ’67. Todos teníamos cuadernos donde anotábamos nuestros pensamientos, poemas, letras de canciones… Y Hernán también tenía el suyo. Tanguito vio esta letra y le pidió musicalizarla. Así salió esta canción.

El hombre restante

La letra es de Javier Martínez, fundador de Manal. En esos días se hablaba mucho de la posibilidad del Holocausto que sobrevendría en caso de una guerra nuclear entre las superpotencias. De eso habla Javier en este tema. Del drama del tipo que, por casualidad, porque estaba en un sótano o vaya uno a saber por qué, se salva, sale a la superficie y descubre que es el único ser vivo en todo el planeta.

Sutilmente, a Susana

Es un tema mítico, compuesto enteramente por Tanguito. Algunos dicen que está inspirado en Susana Nadal, la mamá de Fidel, quien organizó, junto a Miguel Grinberg, Aquí, allá y en todas partes, el legendario recital de música y poesía realizado en el Teatro de la Fábula, en 1966. Otros dicen que está dedicado a otra Susana de la cual se había enamorado Tanguito.

Yo no pretendo (Esto va para atrás)

Era una de las canciones insignia de la difusión que Moris hacía en los bares. Es muy de los principios del rock nacional y Tanguito aquí lo hace totalmente suyo. Porque tenía una gran capacidad para hacer suyos los temas ajenos, podría haber sido el gran intérprete del rock argentino. Lo imagino grabando un disco con un tema de Miguel Abuelo, otro de Moris, otro de Litto… Hubiera sido genial.

No vuelvas

Es otro gran tema de Tanguito. En una primera audición puede pasar desapercibido, pero al escucharlo atentamente te das cuenta de que es una composición perfecta. Es un tema que conserva la estructura y el feeling del rock and roll. Tanguito tiene muy claro aquí el idioma intrínseco del rock, por ejemplo, en la forma de soltar esa frase que dice “…ya no quiero verte nunca más..”. Una composición redonda y con mucho punch. Creo que si se hubiera editado en simple podría haber tenido mucho éxito.

Lo inhumano

Es un tema que demuestra que Tanguito era mucho más grande de lo que generalmente se cree. ¡Era un escritor tremendo! Confieso que escuchar estos temas me partió la cabeza, porque lo que uno recuerda es ese “orfebre espontáneo”, que era incapaz de ponerse a corregir una canción. Pero de pronto sale con temas elaboradísimos. Este es su mejor momento, cuando empieza a componer esta clase de temas.

La historia de un muchacho (Billy el náufrago)

Es una canción típica, como esas que cantaba Roberto Carlos en su etapa rockera, o los Teen Tops. Canciones que empezaban diciendo “Esta es la historia de un muchacho”. Hay un montón: tangos, boleros, de todo. Pero lo interesante es la vuelta que le da Tanguito. Billy el náufrago era un personaje real, existía antes que la canción. En la época de La Cueva y de Plaza Francia, estuvo con nosotros bastante tiempo.

Vociferando

Un tema antibélico y anticlerical, dos cosas que se destacaban mucho en el discurso de los cueveros. Criticábamos a la Iglesia porque apoyaba la guerra y reprimía el sexo. La cuestión del sexo reprimido y de la guerra se ve en muchas canciones de La Cueva. Me acuerdo, por ejemplo, de otra inédita, “Errol Flynn”, que cantaba mucho Tanguito, y que era de Pajarito Zaguri y Moris.

Soldado

Fue durante muchos años el tema “perdido” de Los Beatniks. Decían que su mensaje era “pacifista y en pro del amor libre”, y ese mensaje que está en la letra era algo muy presente en las conversaciones y discusiones de La Cueva. El hecho de que Tanguito cantase “Soldado” tenía que ver con eso, tenía una actitud claramente de protesta y pacifista: la guerra es una trampa.


EL MÚSICO DESPIDE A SU GRAN AMIGO SANDRO

Nunca se le subió el estrellato a la cabeza

Por Javier Martínez

Estoy anonadado y todo esto es una gran pena porque era un gran amigo. Nos conocimos en La Cueva, cuando él se transformó en el alma mater del lugar, que dejó de ser un club de jazz llamado La Cueva de Pasarotus y pasó a ser La Cueva de Sandro. Era su época rockera, con Sandro y Los de Fuego. El contacto inicial lo tuvo Pajarito Zaguri, que lo conocia de las salas de ensayo en Callao 11, y en La Cueva estábamos Miguelito Abuelo, Pipo Lernoud y Moris. Nosotros éramos apenas profesionales y él ya actuaba en televisión y se vestía con ropa de cuero y bailaba. De toda la barra, Sandro era el único que estaba en la fama, pero no le teníamos envidia, sino que lo admirábamos, y nos enseñó los secretos de la profesión. Estar al lado de él fue toda una escuela, porque nunca se le subió el estrellato a la cabeza. Era un rockero de primera y aprendimos mucho con él, no sólo del rock and roll sino de la vida, con máximas como “Que hablen, mal o bien, pero que hablen”, o “Cuando subo al escenario soy Sandro y cuando bajo soy Roberto Sánchez”.

Yo conocí la humildad del tipo, su simpleza y falta de ego. Con el tiempo nos hicimos muy amigos, de verdad, y compartimos años de bohemia en los bares del Bajo, en los centros nocturnos de la calle 25 de Mayo casi Reconquista, ahí por la parte baja de la City. Sandro aparecía en La Cueva con un auto sport descapotable y a veces me decía: “¡Vamos a los boliches!”. Yo era cero cholulo y muy discreto.

Sandro iba a La Cueva todas las noches. Caía bien tarde y se ponía a cantar algún tema de Little Richard, Elvis o Jerry Lee Lewis con la banda que estaba ahí o con su propio grupo, con Adalberto Cevasco, Hebert Orland, Bernardo Baraj y Fernando Bermúdez, de quien me hice amigo y a veces me pedía que lo cubriera si tenía una salida. Entonces Sandro me reconoció como baterista, un día nos pusimos a hacer “All Shook Up” y le gustó tanto que me llevó a la CBS para grabar. ¡Y para mí fue toda una aventura porque ni había entrado en El Grupo de Gastón y ni soñaba con hacer Manal! Conocí el estudio de la calle Paraguay, con Héctor Techeiro como productor. ¡Así que en realidad mi debut discográfico fue haciendo coros con Sandro!

Me gusta hablar de la parte humana, porque la parte artística ya se conoce. A lo sumo, hubo seudocríticos e historiadores que en un momento se olvidaron del lugar de pionero que tuvo en el rock nuestro. Sandro fue el primero de todos. Después vinieron los demás: Los Pick Ups y Los Tamis, todos con el repertorio de Elvis en castellano, pero él lo hizo primero y recontra bien. Tenía toda esa data muy clara y armó unas bandas que sonaban fenómeno. Y en su casa, con amigos, tocaba el piano como Little Richard, perfecto. Y era un muy buen guitarrista rítmico.

Recuerdo que una vez tuvimos un show en el Rowing Club de Tigre, fuimos a pedirle una guitarra, nos prestó todos los equipos y Moris tocó con esa viola. También nos dio la data precisa para comprar la primera Telecaster de Manal, cuando Pipo cobró los derechos de autor de “Ayer nomás”, que era el lado B de “La balsa”. Siempre nos ayudó a todos y nos aconsejó a todos.


ROCK AND ROLLS Y MUERTES

Por Daiana Bruzzone * Para Pagina 12


Hace unos días, mientras era entrevistado el padre de Rubén Carballo agradecía a los medios por brindarle un espacio para señalar a los que cree que son responsables de la muerte de su hijo. Y este lugar de “cuarto poder” en que se autoenuncia y es al mismo tiempo enunciado el periodismo merece, por lo menos, algunas reflexiones vinculadas con su capacidad de inmiscuirse en la creación del acontecer social y darle alguna forma narrativa.

Como un sueño recurrente o una escena que se repite, la muerte de Rubén torna viva la memoria del caso Walter Bulacio, otro joven de 17 años que en 1991 fue detenido y asesinado por la policía durante un recital de Los Redonditos de Ricota. Rubén fue a ver uno de los esperados recitales del llamado rock chabón: el regreso de Viejas Locas. No pudo entrar. Tras los disturbios ocurridos por la represión policial fue hallado a metros del estadio de Vélez Sarsfield en estado de coma y con evidencias de una fuerte golpiza. Otra vez, la Federal en la mira.

Fénix, la productora que organizó el show, dice que “hubo un grupo de violentos que generó esto”. En una carta abierta publicada en la revista Rolling Stone, Pity Alvarez (líder de la banda) expresa no saber quiénes son ni los inocentes ni los culpables, habla de “una justicia que no es de los hombres”. Dichos como éstos, y el consecuente silencio de los músicos –tal como Los Redondos en los noventa– termina por naturalizar las formas descartables y perversamente abusivas en que ciertos jóvenes resultan interpelados por el Estado y por el mercado.

El tratamiento de los medios de comunicación hacia ambos casos incluye testimonios de familiares y amigos que responsabilizan a la institución policial, y de funcionarios gubernamentales y voceros de las fuerzas de seguridad excusándose, o lo que resulta más peligroso aún: culpabilizando a los jóvenes de unas “revueltas” que justifican la violencia policial/estatal.

Durante la sentada pacífica frente a la productora, autoconvocada por los jóvenes que sufrieron las palizas de la represión policial, una de las chicas recitaba a los micrófonos presentes: “Queremos que nos expliquen por qué motivo empezaron a pegarnos, pero esta vez queremos la verdad, no queremos que digan que fue culpa nuestra. (...) Señor ministro de Seguridad: su policía fue la que nos puso en una situación de inseguridad. Le informamos al gobierno de la ciudad que esto también formó parte de la noche porteña, que dice controlar para divertirnos seguros. (...) Estamos cansados de escuchar: ‘se nos fue la mano’. Estamos cansados de la represión policial”.

Sin embargo, haciéndose eco de un orden social que permanentemente controla y excluye, los medios se valen de diversos modos discursivos de la gestión del miedo, como la estigmatización juvenil en función de los estilos de vida, para congraciarse con los históricos poderes hegemónicos que criminalizan, desechan, matan o encierran todo aquello que no se adecua a sus normas.

En un contexto en el que se instala una ley de nocturnidad, y los debates acerca de la baja de la edad de imputabilidad juvenil y de un código de contravenciones provincial (que tienden a legalizar el accionar represivo policial) son fuertemente promovidos por los mass media, vemos que el relato mediático de los hechos que se cobraron la vida de este joven se presenta de un modo fragmentado. Mientras de un lado aparece la pregunta: “¿qué fue lo que pasó con Rubén?”, del otro lado, la información emerge de forma simplificada, es decir, sin ser puesta en relación con estos sucesos coyunturales.

Claro que no les cabe a los medios la facultad de “hacer justicia”, pero sí les cabe la responsabilidad de informar, y la responsabilidad sobre las “realidades/verdades” que crean en torno de la constitución del estatuto de lo juvenil. Bulacio (Redonditos) - Cromañón (Callejeros) - Carballo (Viejas Locas) se constituyen como síntesis de un estado precario y de la insolvencia adulta que, para contener a los jóvenes, valida unas formas violentas de regulación social, a las que el periodismo no es ajeno cuando sin cuestionamientos traspola las responsabilidades institucionales sobre las supuestas culpabilidades de los jóvenes.

Y es en este punto que los medios se convierten en algo más que cómplices de las lógicas represivas al legitimarlas construyendo argumentos para administrar el miedo, fundamentalmente a partir de la representación de ciertos jóvenes desde los discursos de la peligrosidad. Resta advertir que, en la naturalización y justificación de unas violencias institucionales se invisibilizan los relatos de la vulnerabilidad (y de los responsables de esa vulnerabilidad, que no son precisamente los jóvenes), justamente, aquellos que tienen la virtud de volver visibles las incapacidades estatales de garantizar a la juventud sus derechos sociales y humanos.

* Becaria Cic - Doctorado en Comunicación. Miembro del Observatorio de Jóvenes, Comunicación y Medios, FPyCS/UNLP.


EL ADIOS A UN GRANDE PIONERO DEL ROCK DAK

VENCIÓ TODOS LOS PREJUICIOS

No caben dudas: Sandro fue el primer cantante popular que logró traspasar las barreras de los prejuicios y las etiquetas peyorativas.

Marcelo Fernández Bitar. Para Diario Critica


No caben dudas: Sandro fue el primer cantante popular que logró traspasar las barreras de los prejuicios y las etiquetas peyorativas. Así de simple. ¿De qué otra manera explicar la impensada pirueta en el aire que dio en a principios de los años noventa, cuando pasó de ser “grasa” a ser prácticamente “cool”? En un país signado por lo “in” y lo “out” de Landrú, Sandro experimentó una suerte de reconocimiento y revalorización por parte de la nueva generación “sónica” del rock, con elogios por parte de figuras en ascenso como Adrián Dargelos, de Babasónicos.

La año clave fue 1993, cuando llenó 18 veces el teatro Gran Rex con su espectáculo “30 años de magia” y empezó a utilizar la célebre bata roja. El público, por primera vez en forma notoria e imposible de disimular, no estaba conformado exclusivamente por sus eternas “nenas”, sino que había padres con hijos, abuelas con nietas y una presencia de figuras de la farándula y la televisión que apenas habían nacido cuando él editaba Sandro de América. La leyenda lo precedía, sus películas se pasaban en cable y ya no con nostalgia, sino con atractivo kitsch. Los rockeros lo citaban y hablaban de su álbum Beat latino como una gema olvidada, comparable a las obras de los pioneros del rock nacional. El Gitano, sin proponérselo, había logrado lo más difícil de todo: tener prestigio, reconocimiento y admiración en todos los frentes.

En las notas podía hablar de Tanguito o del Madison Square Garden. Sus anécdotas eran siempre asombrosas y la gente, una vez más, caía rendida a sus pies.


SANDRO: UN MÚSICO DE ROCK

Por: Por Eduardo Slusarczuk

Es posible que el día que Sandro ganó el Primer Festival Buenos Aires de la Canción haya marcado su alejamiento casi definitivo del rock, al que volvería de vez en cuando. A veces como alguien que rescata gestos de su pasado. A veces como una parodia de lo que fue.

Sin embargo, el tiempo le devolvió su corona de pionero de un género que balbuceó sus primeras palabras en castellano con su voz y la de otros pocos. El tiempo, y muchos músicos que reconocieron su condición de adelantado.

Cuenta la historia que su primera ovación la recibió cuando, en plena actuación, se rayó el disco de Elvis sobre el que hacía play back. Y el chico de apenas 13, rápido de reflejos, siguió cantando en un inglés que inventaba a medida que se consumían los versos de la canción.

A partir de ese momento, la vida de Sandro y el rock recorrerían juntos un largo camino. Primero, en dúo con su amigo Enrique Irigoytía, por sus rincones de adolescencia, en Valentín Alsina. El Bar Pancho, el salón La Polonesa, el Recreo Andrés, en Villa Jardín. Después, con el Trío Azul, por algunos clubes algo más allá de las fronteras barriales. El trato era simple: rock and roll a cambio de la entrada, una cerveza y un sándwich.

El paso siguiente fueron Los Caniches de Oklahoma, para quienes escribió su primera canción. Viajes más largos. Giras suburbanas que lo alejaban cada vez más de sus calles de infancia. Como un anticipo de lo que ocurriría muchos años más tarde, el muchacho que iba cantando por ahí siempre volvía al Bar Pancho. Como después regresaría una y otra vez a su fortaleza de Banfield.

El Bar Pancho. En esa usina de ideas y de sueños un día Héctor Centurión, Miguel Vázquez, Armando Quiroga, Carlos Ojeda y Roberto Sánchez le pusieron nombre a un proyecto que dejaba de ser parte del humo del local, y nacían Los sombrero de copa, que enseguida fueron Los de Fuego. Un combinado de ideas y sueños que tenía por delante ni más ni menos que la tarea de traducir el rock a la lengua de la Reina del Plata.

Con Roberto Sánchez al frente del grupo, a fuerza de presencia y sacudones de pelvis, Sandro y los de Fuego se instalaban como una alternativa en la escena musical porteña y bonaerense. Mientras las chicas se desarmaban ante el mito en gestación, Nicolás Mancera le daba horas de pantalla, a pesar de que el paso del grupo por el estudio dejara alguna cámara rota como recuerdo.

En plena pendiente ascendente, Sandro apostó en 1963 algunos pesos a un emprendimiento compartido con Pajarito Zaguri. El boliche de jazz que subalquilaron estaba en Pueyrredón y Juncal, y se llamaba La Cueva. "En el baño de La Cueva compusiste La Balsa", insiste Tanguito en una grabación histórica. Y aunque no lo dice, por ese mismo lugar pasaban noche tras noche, entre otros, Javier Martínez, Miguel Abuelo, Litto Nebbia y Moris, a quien Roberto Sánchez le prestó su guitarra para grabar Rebelde, con Los Beatniks. Kilómetro cero del rock nacional para muchos de sus historiadores, aunque por entonces, Sandro y los de Fuego llevaban un par de LPs grabados, en los que se mezclaban temas como Hay mucha agitación y Hippie hippie shake, con algunas canciones de los cuatro ingleses que cambiarían para siempre el rumbo de la música popular. Anochecer de un día agitado, Boleto para pasear, Perseguiré al sol y Música de rock and roll eran algunos títulos de Los Beatles que Ben Molar pasó al castellano, y a los que Sandro les puso voz y pasión.

Y con el fenómeno en expansión, arreciaron las críticas. "¿Por qué, en definitiva, han relegado al tango y a los ritmos definidos, llámense milongas, cielitos o cuecas, al nivel de la música para minorías?", citan de un número de la revista Primera Plana de 1964 Diego Fischerman y Abel Gilbert, en su libro Piazzolla. El mal entendido. Para completar la foto de época con una carta publicada en Juventud, un órgano de la Federación Juvenil Comunista, en la que un lector, al referirse a los Fab Four, unos imitadores de Los Beatles que estaban por llegar al país disparaba en sintonía con el efímero ministro porteño Abel Posse: "Creo que no se debe permitir que los que quieren imbecilizar a nuestra juventud se la lleven de arriba".

Sin embargo, las nuevas tendencias ganaban la pelea por knock out, aunque con nuevos abanderados que, de a poco, ocuparían el lugar que dejaría vacante el final de aquel viejo proyecto nacido en el Bar Pancho. Era 1966 y de la mano de Oscar Anderle, Sandro iniciaba su reinvención en clave de baladista romántico. Al año siguiente llegaría el primer premio en el festival, y un nuevo mundo lo recibía con los brazos abiertos para consagrarlo "Sandro de América". La parte más conocida de la historia.

Pero hubo un capítulo más de Roberto Sánchez y el rock. El que escribió primero León Gieco, cuando dos décadas atrás lo invitó a grabar la canción Mi amigo, en su álbum Semillas del corazón. Donde contrastaba, no por casualidad, con Cantorcito de contramano, escrita para quien fuera durante un largo tiempo el competidor directo de Sandro por el gusto popular. Que continuaron unos años después, en 1991, Charly García y Pedro Aznar, cuando lo convocaron para una memorable versión de Rompan todo, de Los Shakers, registrada en Tango 4. Y que coronaron, en 1998, en un gesto que replicarían desde entonces no pocos artistas "del palo", Divididos, Attaque 77, Bersuit, Caballeros de la quema, Los Fabulosos Cadillacs, Virus y Los Visitantes, entre otros, en Tributo a Sandro. Un disco de rock. Un disco dedicado al pionero. Al primero.


10 NOVEDADES PARA EL 2010

Fuente Diario La Nación


Luis Alberto Spinetta, el Indio Solari, Skay Beilinson, Divididos, La Renga y el ex cantante de Los Piojos Andrés Ciro Martínez se alistaron primeros entre las promesas más importantes del rock de acá para 2010, con un puñado de discos demorados, una gira de lo más esperada y algún que otro regreso a los escenarios.

–1) La amapola de Divididos.

Esta vez es la vencida. El trío de Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella ya tiene listo el sucesor de “Vengo del placard de otro” (2002), y llegará a las disquerías en los primeros meses de 2010, posiblemente días antes de su presentación en sociedad con un concierto al aire libre, en Tilcara, Jujuy, el 27 de marzo. A ocho años de la salida de su último álbum, el nuevo trabajo de Divididos llevará el nombre de “Amapola del 66″ e incluirá algunos de los temas que la banda adelantó en sus shows a lo largo de los últimos años, como “Jujuy”, “Todos”, “Hombre en U” o “El mantecoso”. El trío presentará el disco en Tilcara, tal como lo hizo diez años atrás con aquel memorable show en la base del cerro Pucará, con el sol y la luna, juntos, de testigos.

-2) De rengos y galácticos.

Otro de los discos rockeros más esperados para el año que comienza es el de otro trío: La Renga. La banda de Mataderos se pasó este año perfeccionando las maquetas de un puñado de canciones que se convertirán en el disco sucesor de Truenotierra, de 2006.

En mayo, en un show en La Plata, Chizzo no sólo desmintió los rumores de “parate” de la banda, sino que adelantó que estaban trabajando en un nuevo disco y que se llamaría Canibalismo galáctico. ¿Habrá algún adelanto más en el concierto del 23 de enero en Jesús María, Córdoba? Ojalá.

-3) El fin de la trilogía Solari.

A tres años de su antecesor y a seis del primer capítulo en solitario, en 2010 llegará el tercer disco del Indio Solari, para completar lo que el mismísimo artista considera “una suerte de trilogía”.

-4) El camino de Skay.

Por su parte, el ex socio creativo de Solari, Skay Beilinson, editará en marzo su cuarto álbum, bautizado “¿Dónde vas?” En enero, el guitarrista cumplirá con una serie de conciertos en Europa.

-5) Un piojo solo.

Tras la separación de Los Piojos a mediados de año, días atrás Andrés Ciro Martínez debutó en público como solista, en Córdoba. “La banda está en ablande”, sugirieron en su entorno. Según aseguró en su página de Facebook (donde adelantó un tema nuevo, “Antes y después“), “el próximo año grabo y salgo a recorrer todo el país. ¡No veo que llegue la hora!”. La familia piojosa, conmovida.

-6) Una Almendra más.

Más allá de la promesa de Molinari de realizar algunos conciertos de Almendra en 2010, la movida no está confirmada, mucho menos por el propio Spinetta, quien en la conferencia donde presentó su gran concierto de fin de año se encargó de aclarar: “Esto es algo que sucederá una sola vez”. Luego llegarían los rumores y la puerta que abrió el legendario guitarrista de barba blanca para que Almendra vuelva a tocar en 2010.

-7) Diez años en Cosquín.

La décima edición del festival cordobés promete ser una de las grandes fiestas rockeras del año.

Del 12 al 14 de febrero, por el escenario ubicado en la comuna de San Roque desfilarán Charly García, Viejas Locas, Las Pelotas, El Bordo, Ratones Paranoicos, Babasónicos y Callejeros (ahora CJS), entre otros.

-8) Presentación oficial.

Con nuevos discos editados a fin de este año, tanto Attaque 77 como Catupecu Machu prometieron para 2010 sendas presentaciones oficiales, con puestas a la altura de sus trayectorias.

-9) León metalero.

León Gieco prometió mostrar en vivo las versiones metaleras de sus temas, grabadas junto a D-Mente, el 21 y 22 de enero, en la apertura de los shows de Metallica, en River.

-10) ¿Compromiso asumido?

En una atípica reunión con el Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, músicos, productores y empresarios ligados al género (Germán Daffunchio, Juanchi Baleirón, Diego Frenkel y Mario Pergolini, entre otros) se comprometieron a encontrarle una solución a la escasez de espacios públicos para realizar conciertos a partir de 2010, respetando el nivel histórico de decibeles utilizados en el rock. ¿Cumplirán? Si así no lo hicieren, que Pappo y las huestes rockeras se lo demanden.


METALLICA EN CÓRDOBA, UNA POSIBILIDAD

El grupo heavy tocaría el domingo 24 de enero. Sería en el Chateau, en el Orfeo o en la comuna San Roque.

Por Germán Arrascaeta para suplemento VOS

El grupo norteamericano Metallica tocaría en Córdoba el domingo 24 de enero, si es que la produtora porteña que lo contrató, Time 4 Fun, se decide a hacer una tercera fecha por afuera de River. Las alternativas en materia de espacios son las siguientes: Estadio Córdoba, Orfeo Superdomo o predio de la comuna San Roque.

Lo que parecía una utopía y circulaba con la potencia de un rumor, se convirtió en las últimas horas en una posibilidad concreta, cuando trascendió que se había alquilado el mundialista para "un show internacional del rock". Pero las cosas no resultarán tan sencillas. Según una fuente vinculada a la probable realización del concierto cordobés, "los porteños compraron tres fechas y se encontraron que sólo les funcionó la primera en River; la segunda, viene para atrás. Y una tercera en el interior ayudaría a repuntar". La misma fuente añadió que el show iría a pérdida aun en el mejor de los casos, por lo que Time 4 Fun también analiza dejar el caché pagado y no hacer nada más allá de River.

De concretarse el show, sería histórico para esta plaza. Metallica es una de las bandas más grandes del mundo y un clásico incuestionable del metal vertiginoso. En los comienzos, fue revolucionaria por lo virulenta; luego, acuñó biblias del rock duro y más al cierre del nuevo siglo se animó a moderar sus imagen y sonido. Por esos tiempos, además, Metallica se opuso fervientemente a la libre circulación de archivos musicales a partir de Napster. En la actualidad, en enfocó en una vuelta a las raíces con el disco Death magnetic, la obra que alienta el tour que traería a este mastodonte a Córdoba. Ojalá suceda.

REUNIÓN Y GIRA DE LED ZEPPELIN???

Jimmy Page: "Pregúntenle a Plant"

Jimmy Page dijo que la posibilidad de una nueva reunión y gira de Led Zeppelin depende pura y exclusivamente de Robert Plant.

Palabras más, palabras menos, Jimmy Page dijo esta semana que cualquier posible reunión de Led Zeppelin depende exclusivamente de Robert Plant, porque la banda no podría continuar en la ruta sin una voz líder.

Las declaraciones, seguramente, vienen a zanjar la cuestión de los rumores de gira mundial que llevan ya dos años de ser desparramados, justo después del concierto en Londres en diciembre de 2007, versiones que siempre terminaron en lo mismo: Plant rechazando de plano cualquier oferta de salir a la ruta con sus antiguos compañeros de banda.

Incluso cuando él mismo habría estado en conversaciones con los organizadores del festival de Glastonbury para una posible actuación de Zeppellin, mñas tarde ha dado por tierra con cualquier especulación de rearmarse, y lo ha hecho manera bien directa.

Así que, quizás ya harto de que le pregunten sobre el tema, Jimmy Page decidió tirar la pelota para el lado de su ex compañero. “Sería mejor que le pregunten a Robert Plant sobre el futuro de Led Zeppelin. El resto de los integrantes podemos juntarnos a tocar las canciones, pero creo que no se


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